Crónicas del viaje de un loco…(41) Día 8 de la Travesía…La angustia…(2)

Crónicas del viaje de un loco…(41)

Día 8 de la Travesía…La angustia…(2)

En el kilómetro 1250 de la RN3 se encuentra una ciudad al sudoeste de la Provincia de Rio Negro, llamada Sierra Grande. Tiene unos 7000 habitantes y es un perfecto ejemplo de lugares geográficos donde ocurren grandes desarrollos que luego se caen. Produciendo un crecimiento estructural y poblacional, que después llega a convertirse en un lugar desolado.

En Sierra Grande se destacó la instalación de una mina de hierro que originó hasta los años 70’ del siglo pasado, un gran crecimiento en torno a este proyecto. Actualmente la mina no funciona, pero gracias al avance turístico aportado por el balneario Playas Doradas, no se ha convertido en una ciudad fantasma.

Este área a unos 250 msnm (43) fue históricamente un asentamiento de Tehuelches, habitantes originarios antes de la colonización.

Solo hice un recorrido por ese valle protegido por las sierras, lo que impide el asedio constante de los vientos.

Me instalé primeramente frente al mar para hacer una siesta. En un lugar donde no caminaba nadie. Tenía una gran necesidad de no contactar con personas. Luego caminé todo el recorrido playero (hay sectores con piedras por donde caminar es riesgoso), que es muy amplio y liso.

Por la noche me instalé un poco más cerca del poblado, ya que había feria, kermesse y show de cumbia.

Esta ha sido una tarde rara. Sobre todo a partir de un hecho que me hizo entender que estaba arriesgando mi salud en este viaje.

Resulta que hace 6 años, en 2014, hice un viaje de mochilero por las costas del Mediterráneo. Un viaje que soñaba desde hacia mucho tiempo. Faltando diez días para mi vuelo, haciendo fuerza, tuve una hernia inguinal de un centímetro. Debí someterme a una operación quirúrgica, ya que por ese pequeño agujero, se salió una porción del intestino y el riesgo de estrangulamiento y otras situaciones mas graves estaba latente. Finalmente y habiendo postergado por unos días mi partida, viajé en momentos en que debía aún, sostener reposo. Cabeza dura. Realmente, quería viajar. Bien. Unos días antes de este viaje, sentí que en la misma zona se produjo un pequeño desprendimiento de tejidos y se me inflamó. Hice estudios y se me recomendó, no hacer fuerza, si no, nuevamente a quirófano. Ni loco.

Y no dejó de molestarme hasta que me dormí. Eso me produjo un montón de preguntas. ¿Y si se me abrió la herida? ¿Y si se me sale de nuevo la tripa?. Recuerden que estoy a 1200 kilómetros de casa y en un solo día no es fácil volver manejando, menos ante la situación de tener que usar las piernas para ello. Empecé a creer que todo se derrumbaba y que tenía que ir volviendo de a poco, esperando no agravar en el camino. Por otro lado, mi lado positivo, me propuse controlar la temperatura, la inflamación, no hacer nada de esfuerzos, y ver cómo seguía. Me conseguí unos hielos y me apliqué con todo el amor y la frescura del mundo.

Fueron horas de una angustia muy ligada a la incertidumbre, venía todo tan lindo…

No tenía ganas de estar parado cocinando, así que me proveí de fiambres para cenar.

Traté de relajarme, aún escuchando de fondo la fiesta del lugar a unos trescientos metros.

La seguimos…

(43) Metros sobre el nivel del mar.

Imágenes todas propias

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