Necesito otra racha

Necesito otra racha

Voy a subir al cuarto, a revisar los frascos.

Para saber si en alguno de ellos,

guardo un elixir,

que me ayude a conseguir,

por favor, un día cualquiera,

a una mujer soltera.

Me miran las casadas, e intentan invitarme,

con muy buen disimulo,

retorciendo sus rulos,

sin dejar de hablarme de sus fracasos,

esperando que yo,

las recoja… en mis brazos.

Juro no hacer nada para atraerlas,

Y qué se ocupen los maridos de atenderlas.

Voy a ver si hago una mezcla,

que contenga algo más explosivo.

Seductor si, pero no de señoras,

ahora quiero alguien sin… compromisos,

Que no tenga que pedir permiso,

cada vez que salga.

Y procurar que valga…la pena,

hacer un proyecto.

Pues si consigo esto,

me doy por satisfecho.

Y a los hechos me remito,

pues repito…

Voy a revisar mis frascos,

ya que me da un poco de asco,

esta racha de mujeres.

Con poco tiempo y mucha leche.

Y no es que no aproveche.

Haber la que yo quiero,

no es para compartir,

es siempre entera.

Pero solicito un solo requisito:

¡Que sea soltera!

Esto de andar a pie puntillas…

Me da mala espina,

de ser emboscado.

Cualquier noche.

En pleno derroche.

O en cualquier esquina.

O en cualquier escondrijo.

Por denuncia de una vecina,

o por la aparición… de sus hijos.

Y si me delata, cuando meta la pata,

al equivocarse de nombre.

O si no queda conforme

y exija aclarar cuentas.

O si al marido le presenta

la situación por su cara.

Quisiera tener más clara

la situación que provoca

esto de usar la boca

sin control contra otra.

Voy a subir al cuarto…

a revisar viejos escritos,

en algún manuscrito… supongo

encontraré una receta

Necesito hacer gambeta

a lo que ya no disfruto

No debo perder minutos

lo confieso abiertamente

así, y de esta manera.

Debo encontrar por fin,

la forma de seducir…

a una mujer soltera.

elduendeoscar

Escrito en La Isla de Terebinto el 20 de abril de 2002. Leído en el programa cultural de La Casa de Oscar, «Al ángulo izquierdo donde duele» T2: E12 emitido el 14 de Julio de 2020 en Radio La Plata 90.9

Imagen: Propia (Museo de la Basura) 

Crónicas del viaje de un loco…(24) Día 4 de la Travesía…(4)…la soledad

Crónicas del viaje de un loco…(24)

Día 4 de la Travesía…(4)…la soledad

Una vez acomodado, me preparé un suculento café doble al que le agregué una media media de whisky. Es que estaba fresca para chomba. Necesitaba acalorar mis pies y el alma, que como ya les dije andaba solita por esos pagos.

Luego de enviarme unos mensajes con amigos. Me puse a escribir en un bello cuaderno que alguna vez me regalara mi amigo y anfitrión, el dibujante Gastón Villalva. El mismo se llama “Cuaderno Interrumpido del duende Oscar”, cuya idea de “Interrumpido” es que dentro del mismo hay paginas con dibujos o frases que provocan una respuesta. Y escribiendo sobre algunas ideas me apareció un dibujo al que respondí…

Miro por la ventanilla que da al mar y me digo “es un día cualquiera, como tantos otros”. Estamos acostumbrados a resaltar fechas y ponerles significantes. En algunas me engancho y acompaño, hay otras que verdaderamente son meramente comerciales y no les pongo fichas. Prefiero armar mis propios rituales y sostenerlos a partir de lo que me emociona de ellos. Por ejemplo, me encanta juntarme con amig@s, charlar, chupar, comer, trasnochar hasta agotarme. Siempre. Y el día del amigo, entonces es un día más. Para los fines de años, te saludan (por el ritual del compromiso), familiares que no ves hace años, conocidos que no saben ni cuando es tu cumpleaños, y quienes dicen conocerte, y no saben ni el nombre de tus hijos. Y en el saludo generalmente te dicen “Feliz año nuevo” y en ningún momento del año te preguntaron cómo estás. Si suena feo, disculpen. No se olviden que estoy solo frente al mar esperando las 0 hora del año 2020.

Armo mi mesa. Una mesa humilde y rica. Queso pan y un escabeche que me regaló Mario, mi yerno (lo hizo la madre). No faltó el vino. Autentico amigo de las mesas argentinas.
Un poco después de la medianoche, el municipio organizó unos fuegos artificiales, que se pudieron ver desde lejos (en la playa) y una fiesta organizada por un parador playero (creo que el de playa 3).
No fue difícil dormir en este sitio, ya que no son tan festivos como en La Plata, donde el muñequerío (21) te mantiene despierto hasta tarde.

Feliz año nuevo!

Hice noche frente al mar. Viento, frescor y lluvia.
Ni bien me desperté (como en este viaje no tengo un plan de vida nocturna, me duermo temprano, cansadito por lo caminado y recorrido), desayuné para seguir hacia el sur.

Feliz año nuevo.

La seguimos…

(21) La quema de muñecos barriales y artesanales en La Plata (Bs As Argentina) es un ritual de todas las medianoches y un poco más, de festejo por el año que se va. Cada barrio construye su muñeco, que generalmente representa a un símbolo del pasado año. Suelen tener grandes dimensiones en algunos casos, llegando a 13 metros de alto y 10 metros de diámetro. Dentro de su estructura se colocan explosivos que van detonando a medida que el fuego la consume. Algunas quemas pueden empezar a la 2 am. Y es un paseo verdaderamente turístico el ver tantas construcciones los días previos a su quema.

Rezo por ustedes…

Rezo por ustedes

«La amistad no se inventó para tenerla en un portaretrato» elduendevenenoso 

Estoy hecho de abrazos y de encuentros, de confidencias y secretos.

Me crié inventando juntadas, escuchando tristezas, alentando ilusiones.

Crecí sabiendo cuán importante era contar con ustedes.

Fui capaz de viajar una gran distancia para hacer una visita.

Me propuse ser fuerte y compañero en la difícil, y no molestarlos nunca, cuando les iba bien.

He sido capaz de poner la vida en juego en algún entuerto por ustedes.

Yo, que la única cosa que alguna vez extrañe, fue verlos.

Yo, que les he ofrecido techo y pecho, préstamos y orejas.

Y que he vaciado mis bolsillos para compartir un pedazo de carne o de pan.

Sepan, que no saber de ustedes, me opaca.

Yo, que por conocerlos más, los lleno de preguntas importantes.

Por lo tanto…

Quiero confesarles públicamente a todos ustedes, mis amigos…

Que sigo esperando el momento de volverlos a encontrar para abrazarlos.

Y que seguiré organizando juntadas.

Además, guardaré viejos secretos como siempre, y creando nuevos.

Sigo estando en las gateras para cuando me necesiten.

Y sigo pensando y sintiendo lo importantes que son en mi vida.

Sería capaz de caminar de espaldas y en chancletas hasta donde estén.

Les advierto, qué estoy más fuerte que nunca y que sigo siendo compañero, fiel y discreto.

Qué si tengo que darles sangre, tiempo, dinero, fuerzas…cuenten conmigo.

Qué los extraño. Que los necesito. Que los aliento.

Qué deseo seguir conociéndolos, profundizar nuestras alianzas y seguir creciendo.

Y para qué vuelva a suceder, rezo por ustedes.

Si, rezo…

Para mi, la amistad que nos une, es la única religión de la que soy devoto, gracias a qué en ella, todos somos, dioses y pecadores.

Amen y buen provecho!

elduendeoscar

Escrito en LCDO el 18-7-2020 para saludar a los amigos por las redes y la radio el 20 y 21 de julio de 2020.

Crónicas del viaje de un loco…(23) Día 4 de la Travesía…(3)…la soledad

Crónicas del viaje de un loco…(23)

Día 4 de la Travesía…(3)…la soledad

Desde el lugar que decidí pasar la noche frente al mar, la visibilidad hacia la playa era buena, si bien repito, viento fresco y llovizna.

La última caminata de tres horas, me dejó varias reflexiones con las que traté de cerrar el año a nivel personal. La primera es que deseo que el próximo año sea igual de benévolo conmigo. Pude ampliar mis conocimientos, el entorno se mantiene muy armónico, organicé unas cuantas juntadas que fueron maravillosamente ricas en charlas y pude estar cerca de los que me necesitaron. Generalmente cuando llegan estás fechas de fin de año, todos deseamos que el otro tenga un año mejor. Para mi, con que sea igual, me es suficiente. Una de las cosas mas bellas que pueden pasarle a cualquiera (eso creo) es que no muera nadie cercano y querido. No me pasó ese año. Lo agradezco. Cuando hemos vivido muchos años, generacionalmente estamos siempre cerca de las decisiones de la parca. Y las noticias de que alguno se va de viaje sin retorno, es habitual.

Por otro lado, si bien mi salud es firme, debo reconocer que ya no soy un niño y que los esfuerzos los siento. Creo que tener una mentalidad positiva me ayuda a cumplir con mis deseos. Soy de los que entienden que si la mente se lo propone, el cuerpo acepta.                                           Esto, puede ser también, una de la explicaciones de por qué este viaje.

Luego de la media noche, la ciudad festeja todos los inicios de año, con fuegos artificiales en la playa. Una de las primeras cosas que hice fue averiguar dónde sería ese acontecimiento, para no estar cerca. Dejé hace tiempo de interesarme por las explosiones como parte de cualquier festejo desde que comprendí, que a los animales no les hace bien.                                                                                                                                           Otra de las reflexiones de esta tarde-noche: ¿Qué deseo para los demás? Y tuve tres deseos, que en mí, son repetidos. El primero, que “a cualquier edad no se deje de soñar” (fue lema de otro intenso viaje de casi cinco meses con mochila por la costa mediterránea en 2014). El segundo, que ninguno de los que me rodea y amo, se le ocurra morirse primero. No deseo padecer esas perdidas humanas. Y como tercer deseo se me ocurrió que a todos, a todos, incluyendo gente que no me cae simpática, les vaya mejor que a mí.                                                                  Voy a meterme dentro del hotelito viajero a tomar algo calentito y luego cenar, para tratar de mantenerme despierto hasta la medianoche. Ya son las 9.30 pm.

La seguimos…

La María

La María

Antes de contarles esta anécdota quiero ubicarlos geográficamente en el lugar donde ocurrió, para que por una vez y por todas, sepan que a veces se puede cometer un crimen perfecto. Tal vez con esto no estoy diciendo nada nuevo para ustedes, que en más de una ocasión habrán cometido alguno, solo que este suceso se realizó a la vista de muchos testigos y nadie, pero nadie, se dio cuenta.

Casi todas las esquinas tienen cuatro ochavas en esta ciudad de la Plata, pero las hay de dos, tres y hasta seis en un cruce de calles. Describo la esquina de 20 y 50 en momentos previos a la Dictadura Cívico Militar que arrancara en 1976. Fue un día de marzo caluroso del 73. En esas cuatro esquinas se ubicaban; el corralón municipal con oficinas de la Dirección de Tránsito; la casa de los Pereyra; el Regimiento 7 de Infantería Coronel Conde y el bar “El resorte”.

El movimiento era constante de autos sobre el empedrado de grandes adoquines de la calle 50 que venía del centro de la ciudad hacía Gambier y que se ensancha solo 100 metros desde la 19 a la 20, donde vuelve a angostarse. La calle 20 que iba de norte a sur no estaba asfaltada todavía de 49 a 50, y era muy poco transitada. Era un cruce de calles vigilado desde la Garita del Ejercito, muy visitada por los infractores de transito que venían a pagar sus multas o retirar su vehículos del galpón municipal y la esquina más tranquila era donde vivía aquella familia. Pero el movimiento más sospechoso de gentes, sin duda se producía en el bar y otras yerbas, para parroquianos y visitantes casuales.

Aquel bar se llamaba “El resorte” y la verdad es que no conozco el porqué, pero adentro se podía comer una rápida minuta, tomarse una caña o una ginebra en vaso corto, jugarse un truco o un mus por ejemplo. Pero tenía un plus. Sobre la misma calle 50, este bar, agregaba a su edificio una habitación con ventana balcón de vidrios recortados. Colgaba de ella, una cortina de tela blanca con encajes, siempre tapando las miradas hacia adentro. Puede deducirse con lo dicho, que la ventana estaba casi siempre abierta dejando entrar luz a su dependencia. El ingreso a esa habitación era por una puerta lateral del interior del mismo bar. Allí sucedían consuelos a largas soledades por unos pocos pesos. Y he visto hasta cinco hombres esperando turno, copa en mano a las tres de la tarde.

Pegado a este anexo vivía la vieja María, hay quienes dicen que era parienta cercana al muy conocido abogado platense Víctor José Francisco Roberts Alcorta, creador de una frase muy conocida entre los leguleyos y que lleva el nombre de un stud, que fuera de su propiedad: “Mate y venga”. Frase acuñada para demostrar que pagando cualquiera salía rápidamente de la cárcel gracias a su habilidad con el uso de las leyes a favor de los delincuentes.

Esta María, era una mujer solitaria de pelos canosos, muy flaca, que se destacaba particularmente por la cantidad de tiempo que se pasaba barriendo su vereda. Varias veces se paraba al borde de esa ventana con la espalda apoyada sobre una vieja pared de ladrillo sin revoques. ¿Tal vez para escuchar alguna conversación o los sonidos de los encuentros pagos?

Con mi familia vivíamos a 50 metros por la calle 20 a la altura del 878 y como la calle tenía un mejorado imperfecto por donde el tránsito era casi nulo, la usábamos con mi hermano para jugar a la pelota casi todas las tardes. Un día, nos sentamos a descansar en la esquina familiar y descubrimos que María barría y miraba para un lado, barría y miraba para otro, y solo paraba de barrer cuando alguien pasaba por el frente de su vieja casa. Y allí, paraba de barrer y miraba a quien pasaba. Como si sacará fotos o filmara una película. Ella era una perfecta chusma. Solía dejar la escoba apoyada en aquella ventana e ir hasta su puerta -siempre abierta- ubicada a unos cinco metros y quedarse allí parada con los brazos cruzados acompañando con su mirada algún auto que pasará por el lugar. Y todos los datos que juntaba luego los comentaba con alguna otra vigilante del barrio en horarios de la tardecita. Evidentemente, la solitaria María, se excitaba más estando fuera que dentro de su casa. Su vida era importante a partir de la vida de los otros.

Ese día se me ocurrió un plan y mi hermano se plegó enseguida. Éramos dos púberes con una historia de travesuras capaces de sorprender a cualquiera.

La esquina estaba poblada con una veintena de personas, ubicadas dentro y fuera del bar y en la vereda de las oficinas municipales, cuyo amplio portón, por donde entraban vehículos, se mantenía abierto ofreciendo más testigos que trabajaban allí. La idea era robarle la escoba a María y estuve tres días estudiando sus movimientos y los tiempos de acción, sin importarme los testigos. ¿Quién miraría a dos pibes jugando con una escoba?

Mi hermano se ubico escondido detrás de un árbol a unos diez metros de la casa de María para no ser visto. A mi señal, él caminaría hacia la puerta de la casa de la chusma e intentaría entrar aprovechando su apertura, simulando que se le escapó un ratón. María intentaría evitar qué él entre y yo aprovecharía para acercarme por detrás a tomar la escoba y esconderme a la vuelta, en algún portal de la calle 20. Y así lo hicimos. Una maniobra perfecta de los dos. Contó mi hermano que ella le recriminaba tener una mascota tan asquerosa y le dijo “sos un nene villero”, mientras yo le escamoteaba su herramienta diaria, su excusa para salir a la vereda. Luego de mi acción, mi hermano se cruzó para casa sin discutir, ni buscar el inexistente ratón. Yo escondí la escoba en un hueco de un portón de chapa y también volví a casa. Allí vimos cómo María intentaba encontrar su escoba, buscando y buscando.

Nadie, nadie, de entre tantos testigos posibles, ofició de chusma para contarle de nuestra travesura.

Un crimen perfecto a plena luz del día, que acabo de develar con este relato.

elduendeoscar

Escrito para el programa 22 de “Al ángulo izquierdo, donde duele” del día 16 de agosto del 2017 por la ultra1079.com.ar

Rutina normal y de cualquier vecino.

Rutina normal y de cualquier vecino.

Me despierto. Desayuno. Hace frío y tengo un turno en el banco para desbloquear mi tarjeta de débito. Aprovecho a ir caminando. Hago cola. Salgo. Vuelvo a casa. Me preparo para almorzar.

Todo este pequeño relato, parece una rutina normal y de cualquier vecino. Marca un contexto y una acción de una normalidad tal, que ningún episodio ligado a la locura parecen existir, pero lo voy a relatar de un modo más detallado. Y si aparecen eventos ligados a lo loco que está el mundo, sean ustedes, jueces críticos y aporten alguna reflexión.

Los únicos eventos que me preocupan resolver, son aquellos en los que me comprometí, del modo que fuera, presencial o virtual. Hoy parece un castigo divino, que personas poco virtuosas tengan que vivir a través de la virtualidad. Pero que quede claro, o uno se presenta y cumple o uno se las arregla vía internet o telefónicamente.

Tres semanas atrás, fui al cajero a retirar unos pesos y al terminar mi operación bancaria, me pide que cambie la clave de ingreso. Bien. Lo que entendí es que en algún momento debía hacerlo, Minga. La siguiente vez que lo intenté, el visor me informa que no puedo ingresar. Ni siquiera para cambiar la contraseña. Cosas del sistema de cuentas, que tal vez deba hacerme cargo de mi cierta inexperiencia o de mi mala interpretación. Era la primera vez en cinco años que me pasaba. Me desvirgó con esta situación. Si bien manejo el home banking, esto de tener la cuenta en el celular o la computadora, no me es difícil, pero es algo engorroso.

Hice una consulta entre amigos para ver cómo se solucionaba, y finalmente lo mejor era, sacar un turno en el Banco a través de la pagina que ofrecen. El día 15 de junio vía web, me ofrecen un turno para el 6 de julio, pero no en mi sucursal cercana, si no, en la sede central. O sea, no solo más lejos, tambien 21 días para poder volver a operar con mi tarjeta de débito. Y yo sin un billete para pagar lo cotidiano. Y con fondos en la cuenta. El turno me indicaba puntualidad a las 10.30 de este lunes. En lo posible, presentarme 15 minutos antes.

Como soy bastante devoto de la puntualidad, me desperté solito a las 8.56 de esta mañana. No es de esperarse a mis 61 años, que me despierte mi madre con la leche en la mesa. Quise decir «solito», sin ayuda de un despertador, que me desarmoniza.

Mientras desayunaba, me aseguré del permiso para transitar. Parece mentira, pero hay que pedir permiso. Y me propuse ir caminado los tres kilómetros de distancia, ida y vuelta. Simplemente porque el encierro solo me hace caminar por las paredes.

Documentación en mano y barbijo en boca, arranqué 9.30 hacia mi destino. No parece que estuviéramos en fase 5. Interpreto que debiera haber menos circulación y gente en la calle. Pero, suelo hacer malas interpretaciones. En el camino, gente fumando con el tapabocas en la pera y gente con el barbijo, solo tapándose la boca.

No es necesario que les cuente que vi personas con gafas, con máscaras sobre barbijos, con delantines y con ambos descartables. Algo extraño, no vi, ni de ida ni de vuelta, niños. Ni de a pie, ni en vehículos, ni en las ventanas. Era de pandemias…

Llegué a las 10.05 y me informé de qué cola me correspondía. Mientras esperaba leyendo unos artículos sobre la locura, unas quince personas diciendo que no tiene turno, le preguntan a la oficiala de policía que los recibe y los informa muy atentamente. La persona que tengo adelante, se da vuelta como buscando un cómplice y me dice “Estos vigis ahora se hacen los buenitos desde que los aplaudimos”. No digo nada. El joven de detrás, sin dejar de moverse por el frío, me comenta que no va a esperar diez minutos más. Tampoco hago comentarios. La impiedad de uno y la rispidez del otro no me permiten empatías. 10.35 ingresé al banco, previo control en la muñecas y en la frente de la temperatura, alcoholizado de manos y de ver cómo fumigaban el piso de la linea de lugares que ocupaban las personas, a las que se les pedía gentilmente que se corrieran un instante. Resuelvo mi trámite en dos minutos. Y vuelvo a casa por otro camino para curiosear la ciudad. En una esquina de poco transito y con semáforos, casi chocan dos autos. No hay impacto, pero se putean como si fuera la última vez. Un mendigo acomodaba sus bártulos. En el suelo, un colchón de cartones donde seguramente se enfriaron los sueños, y una fuente enlosada y oxidada, exhibía tres papas y un pedazo de pan. Un joven caminando a la par, vende unas berlinesas, esas bolas que siempre llamamos de Fraile, y me las ofrece.

Un Buzón en épocas de virus…

Cruzo una plaza vacía. En otra esquina un anciano doblándose en su columna no puede cruzar la calle. En dos verdulerías separadas por 200 metros se ofrecen los mismos morrones rojos, en una $190 y en la otra $140 el kilo. En muchas veredas, basura sin levantar y en muchos canteritos de arboles, botella vacías de bebidas alcohólicas.

Llego a casa. Prendo el horno para calentar comida. Empiezo este texto y me pregunto, o les pregunto…

¿El mundo, tiene todos los tornillos ajustados?

Escrito para el programa cultural de La Casa de Oscar llamado “Al ángulo izquierdo donde duele” T2: E10 “Locuras o delirios” a emitirse el 7 de julio de 2020 por Radio La Plata 90.9

Crónicas del viaje de un loco…(22) Día 4 de la Travesía…(2)…la soledad

Crónicas del viaje de un loco…(22)

Día 4 de la Travesía…(2)…la soledad

El pueblo de Claromecó desde donde parto, cuenta con unos 2100 claromequenses. El próximo destino, luego de retomar la RP228 hasta Tres Arroyos, y haciendo en total desde la partida, unos 210 kilómetros por la RN3 y la RP78 (20), es Monte Hermoso. Es una población costera más grande que la primera y cuenta con unos 7200 habitantes, lo que ayuda a definirla como ciudad.

Previamente cargué combustible a mitad de camino, en Coronel Dorrego (a unos 105 kms de Tres arroyos), en una Estación de Servicio que ofrecía agua caliente gratis, lo que me produjo una gran alegría. No pasa en todas las surtidoras de combustibles.

No conocía Monte Hermoso. Lamento no haberla recorrido más intensamente, pero el clima no me ayudo. Frío, viento y llovizna, todo el día y toda la noche. Igualmente le metí ganas. Era el último día del año y quería terminarlo allí. El primer punto de llegada fue al Club de Pesca y Nautica Coronel Dorrego. Vi un pequeño cartel que decía Wi-Fi Free y entré. Las pizarras anunciaban buena comida a un precio accesible. Me senté en cerca de una puerta que daba vista a la playa, y se salía para ella. La puerta que estaba al frente por donde ingresé, cada vez que alguien la abría, entraba un frío ventoso que era insoportable. por lo que me senté lejos. No había señal de internet. La puerta del frente se trabó y no se podía entrar ni salir. La solución fue usar la puerta trasera (que daba a la playa). Toda la gente que ingresó, se fue con comida para llevar. O sea, yo era el único que se sentó a almorzar allí. Solo como loco malo. Me sirven el pedido de almuerzo. Pedí rabas y una lata de cerveza negra. Las rabas me produjeron un deseo: Si cambia el año, ojalá cambien el aceite con la que las fritaron. Traté de superar este comienzo en ese lugar. Ni con dos limones pude sacarle el gusto a quemado.

Dejé la kangumovil estacionada y salir a caminar por la playa. Monte Hermoso tiene 32 kms de playa. Solo caminé unos diez kms de sur a norte.

Fui a buscar presupuesto para estacionar en un camping, deseaba darme una ducha calentita. Pero los precios me espantaron. Muy cerca de ese Club de Pescadores hay un camping llamado Los Abuelos. Juró que no tenía nada sobresaliente. Nada que valiera la pena pagar los $750 ( u$s 14) para pasar la noche. Solo deseaba bañarme. Dormir, comer y estar, dentro del hotelito viajero. El precio era en casi todos parecido.

Las playas son amplias y había bastante gente a pesar del mal clima.

Decidí estacionar frente al mar en una de las playas centrales, en la calle costanera llamada Juan Domingo Perón, muy cerca del Parador Bronx Beer Station. Desde allí, hice una nueva caminata por el sector de comercios (no es lo más interesante para mí), y compré un poco de pan y un vino para beber en la cena.

 

Existió la posibilidad de entablar conversaciones con varias personas, pero desde que desperté, me propuse disfrutar la soledad.

Así que no tuve frente a cualquier pensamiento nadie que se opusiera, mis opiniones fueron aceptadas y todas mis deducciones fueron como decretos.

elduendevenenoso suele decir que “La soledad es un mundo donde habla y escucha una sola persona, aunque lo que se diga no sea recordado y lo que se escuche, jamás se cuente”.

En esa soledad elegida a horas del fin de año, puse foco en tres cuestiones a saber: ¿Cuál era mi balance sobre el año vivido?, ¿Qué perdí y qué gané, fuera de lo material? y ¿Cuáles serán mis deseos para el año nuevo?. Tengo todo el tiempo para mí, me propongo decir las conclusiones…

La seguimos…

(20) RP78 Está asfaltada con una extensión de 24 kms y es el acceso más importante a Monte Hermoso desde la RN3.

Imágenes: Mapa (google maps), el resto, propias. 

Una pila de recuerdos

Una pila de recuerdos

Amontonados pero nunca olvidados, se juntan en un rincón del cerebro, momentos de todo tipo y factor, a la espera de un disparador que los libere, para hacer si es necesario alguna reflexión íntima, para adornar de detalles algún texto o para desparramar en una charla a boca de jarro.

Amigos, parientes, personajes, compañeros de trabajo y de estudio, jefes, profesores, amores, empleados, clientes y un inmenso listado de personas, que han sido parte de algún buen o mal momento de la vida, están atentos a lo que se dice de ellos, en cada remembranza.

Juguetes, prendas de vestir, medios de transporte, regalos, joyas, libros, objetos de todo tipo que han pertenecido a las distintas etapas del recorrido de la vida para acompañarnos, en esto de transcurrir en el tiempo.

Lugares, escenarios, luchas, juegos, encuentros, fiestas, deportes y otras tantas actividades que nos han entretenido y construido, no pueden olvidarse.

Una frase de otros, que nos obliga a ejemplificar nuestros actos.

Una canción que nos evoca sensaciones imborrables.

Un olor que traen los vapores de comidas, de perfumes, de estaciones…

Una mirada haciéndote sentirte humano…

Y están allí, a la espera de salir a dar un paseo nuestras ancestrales mascotas, de volver a mostrar sus flores aquellas plantas, de repetir su sombras ese árbol, de iluminarnos aquel amanecer, de volver a abrazarnos con quienes no están..

Cuendo era un pequeño duendecito…1962

Todo lo vivido es una pila de recuerdos, a la espera de volver a orearse, para volver después a descansar en nuestro corazón esperando otra oportunidad.

Con ellos necesariamente organizamos el presente y lo que quede de futuro. No hay manera de evitar que floten en un limbo sin juicios, en una atmósfera de nostalgia, en un estante de afectos…

Somos capaces de revivirlos, recrearlos, de sostenerlos, de revalorarlos, de invocarlos cuando se nos da la gana, así como de no refrescarlos ni de volver a nombrarlos.

Los hay bellos, intensos, inmejorables, valiosos…

Y los hay de los otros, los que preferimos callar y silenciar para siempre.

Resulta imposible decir cuál es el mejor, cuál es el primero, cuál es el sobresaliente…Simplemente porque en cada etapa de la vida vamos siendo otros, y valoramos distinto, necesitamos diferente.

Para quienes tienen el don de almacenar recuerdos y cada tanto convidarlos, dispongamos de tiempo, de disposición y de buenos deseos.

Si tuviéramos que elegir una síntesis de estas reflexiones sobre los recuerdos, Tal vez se nos ocurra ser agradecido por tenerlos.

Podría pedir entonces, que no nos olvidemos de ser conscientes de qué cada momento es un cuadro en el que intervenimos, que posiblemente vaya a ser colgado en las paredes del alma o arrojado a la habitación del olvido.

elduendeoscar

Escrito para la editorial del programa radial cultural de “La Casa de Oscar” llamado “Al ángulo izquierdo donde duele” T2: E9 “Los Recuerdos”, ha emitirse el 30 de junio de 2020 por Radio La Plata 90.9

 

 

 

Crónicas del viaje de un loco…(21) Día 4 de la Travesía…(1)…la soledad

Crónicas del viaje de un loco…(21)

Día 4 de la Travesía…(1)…la soledad

Frente al mar pasé la noche, hurgando en las lecturas nuevos datos, nuevas maneras de entender. Mientras, el viento soplaba desde el sur y cuando el viento sopla del sur, se enfrían hasta las cobijas. Aunque la temperatura no bajó de los 15 grados sobre cero.

Lo interesante de la Kangumovil (Hotelito viajero), es que no se filtra el frío y mientras no se toma contacto con la carrocería, no hay que preocuparse. Esa noche estrené cobijas, dos de las tres.

Para el plan de este viaje no es posible evitar encontrarse con temperaturas bajas o elevadas. Estoy yendo para el sur del planeta, no puedo protestar por el frío. Un buen mate cocido calentito y un pate, ayudaron a mantenerme despierto más allá de la medianoche.

Fue una noche cerrada, tormentosa, sin estrellas ni lunas a la vista. Cuando apagué mi vela, me concentré en escuchar la marea marina que estaba a unos 150 metros, y me dormí.

Desperté muy temprano, preparé mi equipo de mate y me fui a caminar por la playa hasta llegar al Faro que tiene esta ciudad.

Estaba prohibido aparcar…

Casi un kilómetro de nadie. En un momento, detenido cerca de la espuma del mar que se mecía sobre la arena, sentí dos inmensidades. La del océano, por supuesto, con esa imposibilidad humana de medirlo, y la mía, pero no comparable en función de las dimensiones físicas, si no, la de una inmensa soledad.

Claromecó

Algo que hasta la noche anterior, no había sentido. Tal vez sin tenerlo en cuenta, a medida de mi lejanía con mis cosas, mis lugares, mis afectos, estaba perdiendo contacto y poder sobre ellos y ellos sobre mí.

Percibirlo de cara al mar, fue como haberme salpicado la cara con agua fría. Una especie de despertate y mové, decidí algo, dependes de vos. Recién allí, sentí que debía tomar el timón y dejar de creer que era un globo de Helio que zarpa sin dirección y depende del azar, creyendo que todo va a estar perfecto.

Tal vez la distancia promueva nuevas sensaciones y realidades. De lo que sí he tomado absoluta consciencia es de la soledad que me va a acompañar hasta el final del viaje.

La soledad…

Hoy me siento como un naufrago que va a terminar el año solo.

Hoy es 31 de diciembre de 2019. Son tan solo, las diez de la mañana.

Me preparo para ir a buscar el lugar donde recibiré el año nuevo.

Que ya está decidido, será frente al mar, en Monte Hermoso.

La seguimos…

Imágenes: Propias