Crónicas del viaje de un loco…(21)
Día 4 de la Travesía…(1)…la soledad
Frente al mar pasé la noche, hurgando en las lecturas nuevos datos, nuevas maneras de entender. Mientras, el viento soplaba desde el sur y cuando el viento sopla del sur, se enfrían hasta las cobijas. Aunque la temperatura no bajó de los 15 grados sobre cero.
Lo interesante de la Kangumovil (Hotelito viajero), es que no se filtra el frío y mientras no se toma contacto con la carrocería, no hay que preocuparse. Esa noche estrené cobijas, dos de las tres.
Para el plan de este viaje no es posible evitar encontrarse con temperaturas bajas o elevadas. Estoy yendo para el sur del planeta, no puedo protestar por el frío. Un buen mate cocido calentito y un pate, ayudaron a mantenerme despierto más allá de la medianoche.
Fue una noche cerrada, tormentosa, sin estrellas ni lunas a la vista. Cuando apagué mi vela, me concentré en escuchar la marea marina que estaba a unos 150 metros, y me dormí.
Desperté muy temprano, preparé mi equipo de mate y me fui a caminar por la playa hasta llegar al Faro que tiene esta ciudad.

Casi un kilómetro de nadie. En un momento, detenido cerca de la espuma del mar que se mecía sobre la arena, sentí dos inmensidades. La del océano, por supuesto, con esa imposibilidad humana de medirlo, y la mía, pero no comparable en función de las dimensiones físicas, si no, la de una inmensa soledad.

Algo que hasta la noche anterior, no había sentido. Tal vez sin tenerlo en cuenta, a medida de mi lejanía con mis cosas, mis lugares, mis afectos, estaba perdiendo contacto y poder sobre ellos y ellos sobre mí.
Percibirlo de cara al mar, fue como haberme salpicado la cara con agua fría. Una especie de despertate y mové, decidí algo, dependes de vos. Recién allí, sentí que debía tomar el timón y dejar de creer que era un globo de Helio que zarpa sin dirección y depende del azar, creyendo que todo va a estar perfecto.
Tal vez la distancia promueva nuevas sensaciones y realidades. De lo que sí he tomado absoluta consciencia es de la soledad que me va a acompañar hasta el final del viaje.

Hoy me siento como un naufrago que va a terminar el año solo.
Hoy es 31 de diciembre de 2019. Son tan solo, las diez de la mañana.
Me preparo para ir a buscar el lugar donde recibiré el año nuevo.
Que ya está decidido, será frente al mar, en Monte Hermoso.
La seguimos…
Imágenes: Propias