Crónicas del viaje de un loco…(23) Día 4 de la Travesía…(3)…la soledad

Crónicas del viaje de un loco…(23)

Día 4 de la Travesía…(3)…la soledad

Desde el lugar que decidí pasar la noche frente al mar, la visibilidad hacia la playa era buena, si bien repito, viento fresco y llovizna.

La última caminata de tres horas, me dejó varias reflexiones con las que traté de cerrar el año a nivel personal. La primera es que deseo que el próximo año sea igual de benévolo conmigo. Pude ampliar mis conocimientos, el entorno se mantiene muy armónico, organicé unas cuantas juntadas que fueron maravillosamente ricas en charlas y pude estar cerca de los que me necesitaron. Generalmente cuando llegan estás fechas de fin de año, todos deseamos que el otro tenga un año mejor. Para mi, con que sea igual, me es suficiente. Una de las cosas mas bellas que pueden pasarle a cualquiera (eso creo) es que no muera nadie cercano y querido. No me pasó ese año. Lo agradezco. Cuando hemos vivido muchos años, generacionalmente estamos siempre cerca de las decisiones de la parca. Y las noticias de que alguno se va de viaje sin retorno, es habitual.

Por otro lado, si bien mi salud es firme, debo reconocer que ya no soy un niño y que los esfuerzos los siento. Creo que tener una mentalidad positiva me ayuda a cumplir con mis deseos. Soy de los que entienden que si la mente se lo propone, el cuerpo acepta.                                           Esto, puede ser también, una de la explicaciones de por qué este viaje.

Luego de la media noche, la ciudad festeja todos los inicios de año, con fuegos artificiales en la playa. Una de las primeras cosas que hice fue averiguar dónde sería ese acontecimiento, para no estar cerca. Dejé hace tiempo de interesarme por las explosiones como parte de cualquier festejo desde que comprendí, que a los animales no les hace bien.                                                                                                                                           Otra de las reflexiones de esta tarde-noche: ¿Qué deseo para los demás? Y tuve tres deseos, que en mí, son repetidos. El primero, que “a cualquier edad no se deje de soñar” (fue lema de otro intenso viaje de casi cinco meses con mochila por la costa mediterránea en 2014). El segundo, que ninguno de los que me rodea y amo, se le ocurra morirse primero. No deseo padecer esas perdidas humanas. Y como tercer deseo se me ocurrió que a todos, a todos, incluyendo gente que no me cae simpática, les vaya mejor que a mí.                                                                  Voy a meterme dentro del hotelito viajero a tomar algo calentito y luego cenar, para tratar de mantenerme despierto hasta la medianoche. Ya son las 9.30 pm.

La seguimos…

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