Crónicas del viaje de un loco…(29)
Día 5 de la Travesía…Lo profundo (quinta parte)
Previo a la visita a bajar hasta las playas de La Lobería (a unos 60 kms de Viedma por la RP1 (29)), paramos para conocer (en mí caso), al espacio homenaje llamado Monumento Memorial Malvinas.
Este sitio se encuentra a la vera de la RP1 en el área geográfica del Balneario “El Cóndor” y puede visitarse a toda hora, ya que está ubicado en plena naturaleza al borde del mar.

Se construyó una plataforma elevada (simboliza importancia) donde se construyó un muro que tiene 649 huecos, que representan al número de caídos en aquella Guerra. También se pueden ver muy cercanos mástiles con banderas de Argentina y de Río Negro que representan a los cuatro combatientes Rionegrinos que quedaron en las Islas.
Se agregan al paisaje un Avión escuela Mirage, o camión de traslado usado por entonces y un Ancla.
Todos ellos dan representación de la Fuerzas Aire-Tierra-Mar que actuaron en aquel conflicto bélico..
Me cuenta Marito, mi anfitrión, que ha habido casos de sabotajes y rapiñas sobre el lugar y sobre las máquinas. Algo que verdaderamente me dejó perplejo. No puedo entender hasta dónde llega la ignorancia de algunos. Me surge desde el interior una pregunta que me hago ¿Hasta dónde podemos tener tolerancia frente al vandalismo?. Quedará flotando en este viaje, hasta que encuentre, al menos, mi respuesta.
Seguimos luego, hasta la bajada del Balneario La Lobería. Se trata de grandes playas con algunos servicios al público y están marcadas por grandes acantilados. Para acceder hay que bajar por una escalinata de cemento muy vertical o a través del un cablecarril con un boleto de pago (económico). Estas playas cuentan con arena y piedras muy parecidas al tamaño de las lentejas. Cuando el agua baja, pueden verse y usarse las restingas (lenguas de arena o piedra), que organizan piletones naturales.
Junto a Leticia y Marito, compartimos unos mates. Di una caminata de unos dos kilómetros por la arena, descubriendo grandes nidos en los paredones de loros barranqueros. A pesar del sonido del mar, podía escuchar desde lo alto, su cotorrerío. Según me cuentan, habitan un corredor de unos cinco kilómetros y se calcula que hay unos 6000 nidos.
Suelen colgarse de los cables de alimentación eléctrica que están a los costados de la ruta. Y se los ve volando en bandadas. También me encontré con algunos animales muertos. Suele suceder que pingüinos o lobos, se desorientan, y mueren de cansancio. El agua los arroja hacía la playa.
Luego de contarnos el cómo estamos, hacía dónde vamos y algunas particularidades del lugar, propuse un tema de conversación, que tuvo hermosos resultados. No voy a hablar de ellos, pero les cuento la idea, para que no se pierda la idea de “lo profundo”.
A partir de mis reflexiones, llegué a la conclusión de que todas las relaciones son por conveniencia. O sea, que nos relacionamos con el otro, de modo conveniente. Pareciera ser un tema que nunca se toca en la mesa familiar, en la cama matrimonial o en la reunión de amigos. Pero que está muy clara y expuesta cuando hablamos de otras sociedades de trabajo, de negocios o de distintos tipos de proyectos materiales. Habría que empezar a ahondar sobre ello a la hora de saber qué nos conviene y cuánto convenimos.
Creo que cuando resolvamos, o al menos, tengamos más claro este tema, más llevadera se harán nuestras relaciones, o en todo caso más cortas o más largas.
El tema entre nosotros tres en esa playa, se extendió. Nos distrajo un pequeño lobo marino nadando a unos diez metros de la orilla.
Al rato, pegamos la vuelta hacía la casa de Marito, quién gentilmente me ofreció su llave y me dejó que usara a mi antojo. Ducha, cena rápida, cama cómoda y a pensar relajado. Mañana será otro día…
La seguimos…
IMÁGENES: Mapas de Google Maps. Los tres en la playa de Leticia, el resto propias.