Se dice de mí…(Las mujeres en las letras del tango)

Se dice de mí…

(Las mujeres en las letras del tango)

Hablar cien años después de un hecho cultural que marcara una época y una idiosincrasia, una manera de vivir y algunas costumbres, es como leer el diario del lunes. Ser capaz de criticar sin haber anticipado, es tarea de los mediocres. Para poder decir algo sobre “Las mujeres en las letras tangueras”, hay que entender un concepto de distancia y de cierto respeto. Aprovechamos para resumir en una frase, que no pertenece al tango directamente, pero que buscando podemos encontrar su pertenencia; “Nosotros los de entonces ya no somos los de entonces”, decía Neruda.

Vale la pena establecer un parámetro de análisis, donde la lupa estará puesta en una visión, qué resalte la existencia de algunos elementos qué quizas ya no se permitan en nuestro vivir contemporáneo.

Tildan al tango de machista o de qué era cosa de hombres. Por el origen que tiene, tan prostibulario, tan marginal. En un momento de nuestra historia al menos, donde la prostitución era comer todos los días y la felicidad de tenerlo todo era de unos pocos, ¿Qué querían? ¡Qué los muchachos del puerto, los del frigorífico, los de las carboneras, los hachadores, los tripulantes de trenes y otros, fueran monjes de benedictinos? Había qué vivir esas vidas, con poca educación, privaciones económicas, hacinados en pensiones y con familias distantes, Con una formación humana mas cercana a las guerras que al arte. Un verdadero caldo de cultivo de reacciones que se van evaporando todavía. Recuerden además, qué las mujeres, ni las de alta alcurnia entraban a una Universidad. Era una sociedad latifundista, aristócrata y machista.

En ese contexto la aparición del tango como expresión cultural no dejaba de ser producto de la sociedad en la que nació, y por lo tanto afectada con las mismas características de aquella, solo que más profana.

Puedo agregarse, qué primeramente el tango fue tan del pueblo pobre, qué las clases medias y altas lo miraban como defenestrándolo, cómo diciendo “En qué nos hemos convertido” ¡Tanto que mirábamos a Europa como ejemplo!

Por ausencia de mujeres bailarinas, los hombres lo bailaban entre ellos. Se cantaba en los cabarets. Era de los sectores más humildes de una población que crecía junto a inmigrantes de otros países.

Así las letras de las primeras décadas del tango y la milonga, no estaban separadas de establecer a la mujer como un objeto.

Un objeto del deseo de posesión o de descarte. Podías ser la mejor grela o ser una percanta cruel, pero siempre la mejor mina, siempre la mejor mina, era la madre…

A la mujer, podían describirla como flaca, fané y descangallada.

Cómo la que abandono el hogar destrozando un corazón.

Cómo la que nunca volverá a esos brazos que la cobijaron tanto.

Cómo la rescatada del cotorro o del prostíbulo que debe la vida.

Cómo una triste mujer que ahora es una bacana pero se le va a acabar.

En algún momento la sociedad fue acomodando los tantos y el tango tuvo reflejos respecto a algunas palabras, ofensas y maneras de decir sobre las mujeres, que fueron cambiando. Y lo siguen haciendo…

El tango es producto de una necesidad cultural, que tuvo un gran despliegue en nuestro país a partir del ínteres por sus sones y sus razones, una vez que fue reconocido por los franceses que lo bailaban. Las clases mas acomodadas aceptaron la moda con cierto recogimiento, pero incorporándose al grueso de la población que lo bailaba aquí. Así fue que las mujeres de esas clases, pagaban a profesores para aprenderlo.

De a poco algunos poetas empezaron a producir letras algo mas amenas hacia las mujeres. En algunas canciones ya se hablaba de la autocritica del hombre por el trato ofrecido. Pueden recordar “Qué le habrán hecho mis manos, qué le habrán hecho? O No me importa tu pasado.

Revisemos un poco….

La mujer, era puta o estaba cerca, así la más deseada para el tanguero, era la virgen. Pero si el hombre tenia experiencia, era como caer en manos de un sabio, al que le sobraba carpeta en cosas del amor, y que seguramente la llevaría por el camino del placer, la lujuria y la pasión.

Pero tambien se destacaba la pobrecita, la ingenua, a la que se le podía hacer promesas, que no se cumplirían una vez que esa inocente mujer se sacara la ropa.

Y la que se fue con otro y ahora tiene una vida tirando los morlacos a la marchanta, y que va a terminar su vida, vaya saber cuándo como descolado mueble viejo.

Entonces y para resumir. El hombre que hacia o cantaba, bailaba o seguía los decires o consejos de las letras de esos tangos, era:

Un hombre abandonado que enseguida olvidaba con el alcohol.

Un cafishio que vivía del producto económico del trabajo de sus chicas.

Un vago mantenido por la mujer que laburaba de sirvienta o por su madrecita.

Un hombre que debutaba sexualmente pagando.

Un hombre que se llevaba mal con la suegra que desconfía de él.

Un hombre que sabe lo que dice y que es capaz defenderlo con su vida.

Un hombre que era capaz de dejar sola a una mujer por su barra de amigos.

Un hombre que nunca se hizo una pregunta reflexiva ¿Por qué se fue la mujer que él mas quería?

Tal vez encontraríamos otros items, pero para éste breve análisis, creemos suficiente.

Mozo, me cierra la mesa 8.

elduendeoscar

Escrito para ser leído en el programa “Al ángulo izquierdo donde duele” T2 E4 “Las mujeres de las letras tangueras” del 26 de mayo de 2020 por Radio La Plata 90.9

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