Tres que no están.
«Los celos son como una reja que te permite ver pero no escapar» elduendedandy
Tengo guardadas casi todas las cartas de amor que me han escrito, y casi todas las que he escrito. Solo me faltan tres.
Una de ellas, es una carta qué, con mucho esfuerzo, debido a su fuerte carácter orgulloso, escribió una persona a la que amé.
He sido muy paciente con las dificultades que plantea la convivencia y he tratado de ser consciente de los errores que provocan las crisis de pareja. Los propios y los ajenos.
Por entonces, aquella persona, me celaba cotidiana y repetidamente a pesar de la gran cantidad de veces que le hube demostrado mi imposibilidad de serle infiel. Primeramente por lo que la amaba, y seguidamente porqué trabajaba de 10 a 16 hs por día, para salir de la pobreza. Además, durante cuatro años, y creo que más debido a sus celos que a mis deseos, hicimos el amor, todos los días, excepto aquellos en lo que la naturaleza mensual lo impedía. Pero sus celos, fueron imparables. Y varias fueron las veces en las que me sentí obligado a decir basta. Esa carta, que consideré, escrita no solo con el esfuerzo de pedir disculpas, si no con la cantidad de promesas que se me hizo en relación a su conducta de control descontrolada, nos permitió volver a una «normalidad» de relación, donde se cuidó por un mes más. Ni bien volvió a celarme, decidí sin vuelta atrás, separarme definitivamente. Ya no me enternecieron sus lágrimas, ni sus palabras.
Dejamos de vernos una semana. Al volver a encontrarnos, yo quería resolver la división de bienes, lo poco que teníamos. Ella, quería la continuidad de nuestro amor. En ese encuentro, le di la carta que ya no tengo. En ella decía, todo lo que me amaba, todo lo que me deseaba, todo lo que había dado para que estemos juntos y dos promesas. La de los celos, que no la cumplió y la otra tampoco, pero no importa. Se fue hasta el baño y tardó un rato. Nuevamente y frente a frente, me volvió a pedir perdón. Le dije que no. Todo estaba terminado. Se fue llorando, pero no sentí culpa.

En el cesto del baño, la carta, rota a pedacitos, hizo que ya no tenga todas mis cartas.
La segunda carta que no tengo, es una tarjeta con palabras de amor, pero que no eran por ningún compromiso con aquella persona. Solo tuve una actitud de escucha y acompañamiento en uno de sus peores momentos. Había sido violada, y tiempo después su pareja se suicidó. Ella me envío desde una playa una postal, y lo más dudoso que decía era “Pienso en vos”. Puede que la interpretación que de esas palabras suenen confusas, pero yo mismo le indiqué que cuando estuviera triste pensará en mí. No por que tuviera algún interés en ella, si no, por qué le había contado mis momentos tristes superados. Y que ella, también podría. Esa tarjeta, la rompí frente a mi ex mujer, cuando me acorraló pidiendo que vuelva a vivir con ella. Cosa que no acepté. En su despecho, me mostró la postal (Que nunca estuvo escondida) queriendo acreditar que me iba por que tenía otra historia.
No. No. Nunca rompí una relación por otra.
La tercera carta que me falta, es una que perdí con la inundación del 2013. En ella, una mujer necesaria en la vida de todo hombre, me inundó de piropos y amenazas sexuales. Lamento que se haya perdido. Leerla en mis momentos de soledad me levantaba el ánimo y la estima. Ese amor nunca se terminó, lo que sucedió fue qué, ella era casada. Y creí preferible dejar de escribir esa historia.
Entonces, repito; tengo guardadas casi todas las cartas de amor que me han escrito, y casi todas las que he escrito. Solo me faltan esas tres.
elduendeoscar
Escrito para ser leído en la emisión del programa cultural de “La Casa de Oscar” llamado “Al ángulo izquierdo donde duele” T2: E7 del 16 de junio de 2020 por Radio La Plata 90.9