RESACA

RESACA

«La oportunidad es como una buena comida, se debe aprovechar sin desperdicios hasta dejarnos satisfechos» elduendebobó

Desde el preciso momento en que Mario se dio cuenta de que no tendría una nueva oportunidad, siempre se pregunto qué habría pasado…

Era un día como el de hoy, raro. El cielo se la pasaba mostrando momentos de sol y bandadas de nubes. Alguna más grises que otras. Parecía un preludio de lluvia en cualquier momento. Por la ventana que da al fondo donde tenía su pequeña huerta podía verse como se oscurecía y se aclaraba el color verde de las plantas de tomate en flor. Y también del Palo Borracho, del Ficus, y de la enredadera…

Era una tarde especial para mates, para estar con compañía, para compartir una charla. Lejos del mundanal ruido y de vecinos de edificios.

El día anterior había sido uno de los más complicados. Los trámites para habilitar un proyecto no se terminaban nunca. Además, un fuerte golpe en un dedo culpa de un clavo que no quiso entrar fácil. Y como si esto fuera poco, una discusión que tiene ribetes históricos con su madre y que no los pondrá nunca de acuerdo. Todo ese entuerto lo dejaron al final del día con tanta incertidumbre que la Teoría del Caos era un chiste. Y sin embargo y por obra del azar, Mario conoció a una extranjera, una española que se llamaba Conchita y que ya culminaba su estadía y estaba a punto de volverse a su patria luego de seis meses de estudios.

Cuando se la presentaron unos amigos, ninguno le dijo cómo se llamaba. Quedó sin saber cómo ocultar la risa de vago ni bien ella se lo contó.  Interesado en volver a verla, le propuso al grupo venirse para la quinta a compartir la tarde del día siguiente. Los cuatro, sus tres amigos y Conchita aceptaron a gusto. Y se llevó del último instante de la despedida una mirada de esa morocha que lo dejó titilando. Pero lo mejor estaba por pasar. Ni bien llegó a su casa, llamó a su amigo José que se la había presentado y le hizo un par de preguntas sobre ella. La primera y directa ¿La flaca tiene onda con alguno de ustedes? Y la respuesta fue: “Yo tengo mi pareja y estoy muy bien con la loca. Lo que no puedo entender es a los chicos, sabes que hace seis meses que está acá y nadie le tiró onda, son unos pajeros”. Inmediatamente se les ocurrió un plan. Al otro día, Mario pasaría por Conchita y se mandarían solos para la quinta. Los amigos se borrarían aduciendo ser invitados a un partido de fútbol cinco. Y entonces pusieron manos a la obra. La primera que no tuvo inconvenientes fue Conchita, a ella le encantaba la idea de conocer el afuera de la ciudad. Y le pidió a sus amigos que le dieran su número de celular a Mario, para concertar horarios. Cuando Mario se enteró que todo estaba organizado de acuerdo a sus intereses, estaba más contento que payaso cuando le pagan.  Prefestejando el gentil acontecimiento que sucedería en unas horas, Mario se puso a beber unas cervezas artesanales mientras escuchaba música y jugaba con la Play.  Y se acostó tardísimo. Se despertó con una  resaca que parecían dos. Eso de beber con el estómago vacío….Se preocupó por dos cosas a la mañana de ese día. Limpiar un poco la pequeña casa donde está la huerta -ya que a simple vista parecía un campo de batalla de pendejos solteros-, cambiar las toallas –que tenían olor a pasado…a pasado por huevo podrido- y llenar la heladera con algún copete para amenizar. Un vino, tres cervezas, un ferné… Luego de todo ese movimiento, el lugar resultaba “formalmente” ameno y limpio. El dolor de cabeza no había cedido y sentía que en cualquier momento se le explotaba. En buena hora decidió clavarse dos ibuprofenos y echarse a dormir un rato. 

Habían acordado que Mario la pasaba a buscar tipo dos de la tarde. Ella, lo esperaba paradita en la esquina del departamento que alquilaba. Estaba vestida con una pollera blanca acampanada como aquella que hizo famosa a Marilyn posando sobre una alcantarilla. Zapatillas, aros grandes, pelo suelto y un top negro que cubría sus senos sin corpiño de modo ajustado. Y un detalle de color, envolviendo su cuello un pañuelo rojo, como la muleta de los toreros, esa manta que hace que el toro se enfurezca.

A la hora de haber estado esperando, Conchita llamó a otro de los amigos, que no eran de ese grupo, que inmediatamente pasó a buscarla.

Mario se despertó como las cinco de la tarde sintiendo que salía dificultosamente de las marañas del pulpo de Morfeo, el Dios de los sueños de la Mitología Griega. Cuando se dio cuenta de la hora, se quiso matar.

Conchita, viajaba a España al otro día.

Y como decía en el inicio de este relato, Mario cuando se dio cuenta de que no tendría una nueva oportunidad, siempre se pregunto qué habría pasado…

elduendeoscar

Escrito para el programa 3 de “Al ángulo izquierdo, donde duele” leído por la Locutora Marisa Waters el 29-3-2017 por http://ultra1079.com.ar/

 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s