TEATRO PARA VIVIR
«Una sola idea puede cambiar el mundo y una sola obsesión, destruirlo» elduendeácido
Uno de los más grandes problemas de la humanidad dentro del capitalismo es… llegar a fin de mes. Son muchos los participantes de esta carrera económica que une dos variables, lo que ganas y el nivel de vida que tenés.
Paradójicamente son muchos los que quieren vivir con dos pesos la vida de un rey y son muchos los que ganan como un rey y viven una vida de dos pesos.
Pedro notaba de dos maneras que su sueldo le alcanzaba para vivir menos. Una era porque cada vez le alcanzaba para menos cosas y la otra que debía trabajar más tiempo para ganar lo mismo. O sea que para optimizar su “vida”, debía trabajar más. Todo un chiste moderno.
Pero un día se cansó. Y tomó una decisión que cambio el rumbo de sus variables. Ganar mucho y trabajar cada vez menos. Magia? No. No.
Paraba siempre en un café a desayunar antes de entra a su oficina. Leía los diarios que le contaban de corrupción por todos lados, bóvedas llenas de dinero de origen espurio, listado de evasores sin condena, jueces cajoneando causas económicas, contrabando, agentes de bolsa prófugos, y un listado de eventos actuales que le indicaban que el camino a hacerse rico no era trabajando. No era la pala. No era la brocha. No era el pico.
En ese café céntrico se dio cuenta que la gente bien peinada a la gomina, de trajecito y con atteche en mano dialogaban con distintos visitantes del lugar, entre los cuales había comerciantes de la zona, nenes de mamá con billetes y agentes de bolsa.
Con los pocos morlacos que le restaban se compró un maletín de primera, un frasco de gel humectante, se afeito hasta los bigotes y le pidió prestado a su amigo Marcelo un traje gris que le quedada al dedillo. Marcelo, un funcionario destacado le preguntó que se traía en mano y Pedro, para no tener que escuchar el sermón del cuídate con lo que estás por hacer, solo le comentó que andaba detrás de una mina con guita. Y le prometió devolver lo prestado ni bien ocurriera el levante.
Al otro día Pedro era otro. Parecía un muñeco de torta de casamiento sentado en la misma mesa de siempre pero con modales recatados, sobrios y calculados. Si hasta el mozo que lo atendía todos los días se sorprendió y le preguntó “¿se ha ganado la lotería?”. Para aprovechar cada posibilidad de hacer su propia propaganda le respondió “No diga nada, pero estoy tras un invento maravilloso”. Y de adentro de su maletín sacó una carpeta y solo mostró la fotocopia de un dibujo que se robó de una página llamada Duende a lápiz… de un dibujante excepcional llamado Gastón Villalba. La obra se llamaba “El tiempo trayendo a la Justicia”. Y mostraba sobre un fondo Davincesco un caballo alado y mecánico impulsando hacia adelante a un carro de dos ruedas que transporta a dos personas, una de ellas tiene los ojos vendados. De esto se trata, pero no lo cuentes, por favor, le dijo al mozo, casi susurrando. El camarero miró el dibujo como quien mira una receta escrita en ruso y le dijo “quédese tranquilo, yo no le contaré a nadie”.
Existe un proverbio italiano que dice “Si quieres que un mudo hable, confíale tus secretos”. Pedro sabía de esa frase y pudo ver que a los cinco minutos de estar simulando una larga charla de negocios por celular apagado, el mozo comentaba lo que se le había confesado a otro parroquiano. Y luego intuyó que esa persona le contaba a otra. Pedro no dejó de anotar falsos datos en un cuaderno, medidas, profundidades, porcentajes, cifras millonarias, idea de patentamiento, y números de teléfonos y nombres inexistentes. Toda una perfecta simulación de persona elegante con contactos, con una ocupación obstinada pero prolija. Le agregaba con un accionar actoral desde los modales a las posturas, a los movimientos de mano, una gesticulación indescifrable. Los demás presentes, quedaban atraídos en esa mañana por el misterioso halito que dejaba Pedro sin darse por enterado a propósito. Así durante un mes sin oxidarse no dejó de armar lo suyo. Solo tenía una idea.
Al terminar su desempeño teatral, y con poco tiempo, salía corriendo hacia la oficina donde se ocupaba de atender el teléfono como recepcionista y a la maldita fotocopiadora que cada tanto lo ensuciaba de tóner. Pero antes de llegar a su trabajo, como el personaje público de Superman, Clark Kent, se cambiaba de ropa para soportar la rutina diaria y cuidar “su” único trajecito.
Durante los días siguientes, se le fueron acercando desconocidos interesados en su invento. A quienes le prodigaba una escueta explicación dejando siempre algo escondido, como teniendo el as de espadas en la manga. Y de tanto tirar la línea sobre el agua el pescador logra que algún pez pique. Dicen que los dibujos posteriores que mostró intensificaban la idea de un vehículo de dos ruedas paralelas (tal las del dibujo original) que se desplazaba sin perder gravedad a una velocidad de 20 km por hora con un combustible Bio diesel. El secreto más guardado era la compensación hidráulica y el frenado. La ventaja sobre otros biciclos era la posibilidad de viajar cómodamente dos personas. Su patentamiento aún está en trámite.
Los 200.000 dólares que recibió por el proyecto de una constructora japonesa como anticipo, le permiten tomar sol muy bien acompañado en las costas del sudeste asiático.
Su frase preferida es “Tu vida cambia, con una buena idea”
elduendeoscar
Leído en el Programa 3 de “Al ángulo izquierdo, donde duele” por la locutora Marguy Ibarra 29 de marzo de 2017 http://ultra1079.com.ar/
Imagen: Gastón Villalba