EL AMOR FUERA DEL CLOSET
«No todas las inclinaciones terminan en caída, muchas veces nos llevan a los cielos» elduendeérotico
Esa semana el trabajo se había vuelto un huracán cada día más desproporcionado y avasallante. En la Fiscalía se venía trabajando en tres casos importantes que se habían robado todo el tiempo de las últimas dos semanas. Entre pesquisas, reuniones, búsqueda de datos, certificaciones, detenciones y revisión de los procedimientos, no había quedado lugar para las charlas íntimas habituales entre los componentes de aquella oficina de la Justicia. Y encima la Fiscalía entraba en Turno. Y cuando se está de turno, siempre aparece un caso que te revuelve las tripas y te modifica hasta el sueño. Y en esa oficina eran siete los integrantes. ¿Se imaginan? Tres casos resonantes con crónicas periodísticas amarillas atacando por todos lados y sembrando odio. A uno de los detenidos hubo que dejarlo en libertad porque no había evidencia suficiente para mantenerlo detenido, pese la presión social que iba in crescendo. La propia fiscal con un problema familiar serio y dos del equipo viajando para exponer en un Congreso. Todo un panorama propicio para estresarse.
Los cuatro que estaban al frente de la dependencia se reunieron en un bar cercano el jueves a la tardecita a tomarse una relajante cerveza. Los primeros minutos fueron para dejar en claro que los tenían en un arco con tanto trabajo, pero que había que ponerle el pecho a las balas, por así decirlo con esa metáfora doliente. Luego de eso, uno de ellos propuso cambiar de tema de conversación. Y sobre la mesa se disparó una pregunta pícara del Secretario: ¿A qué no saben quien salió del closet? Al parecer es un tema muy de actualidad que provoca sorpresas masivas. El ayudante del Fiscal dijo sin darle importancia “a mi ya no me asombra nada”. Pero la curiosidad de los integrantes del Cuerpo Letrado presentes necesitaba ser disuelta. Y casi juntos dijeron ¿Quién? Haciéndose el informado, el Secretario deslizó “el Juez Pesteche…al que al parecer le llenaron la cocina…de humo. ¡Para, para! –dijo el ayudante- Pesteche el bigotudo que encanó al Jefe de la Regional por las coimas? El mismo, dijo el Secretario. Los comentarios no subían de volumen porque había mucha gente alrededor, pero sí de picardías e ironías. El tema los fue llevando a otros y a otros temas hasta que dieron las 21 en el reloj y al otro día había que madrugar. Habían logrado distraerse por un rato. Al saludarse en la vereda destacaron la valentía del Juez de confesar sus inclinaciones.
Esa misma noche quedaron en repartirse las tareas hasta que vuelvan los ausentes. Por la mañana bien temprano, rodeando el escritorio del Secretario se pusieron de acuerdo. Uno atendería al periodismo y se ocuparía de solicitar diligencias. Los tres restantes tomarían cada uno los tres casos importantes pendientes para seguir enfocados y acelerar decisiones. Todo funcionó maravillosamente. La Fiscal, cada tanto se comunicaba para asesorar y definir cuestiones finas de los casos, sin dejar de atender su problema familiar. Los dos congresistas que estaban en Córdoba, en cada break también se comunicaban para dar sus impresiones personales sobre las causas. Eso sí, en la oficina no dejaban de relacionar cualquier pavada con la salida del closet de Pesteche. Tanta era la imaginación -un tanto discriminadora- que flotaba en el ambiente, que cualquier objeto punzante era del juez. Cualquier protesta el voz alta obligaba a decir…”a vos te falta un Pesteche”. Y de esta forma transcurrió toda esa mañana que confundía neurosis con trabajo, nervios con gastadas y no dejar cabo suelto sin aferrarlo al pobre Juez. Uno de ellos mirando una foto de archivo con la imagen del mencionado Pesteche, dijo; “Es feo, pero el amor es más fuerte”. El día fue transcurriendo sin novedades. Trabajando en equipo las cosas iban saliendo, de a poco, pero saliendo. Lo peor estaba por pasar.
El viernes la Fiscalía empezó a estar de turno y desde ese momento, todos los casos temáticos relacionados con ella, caerían en el diezmado equipo. Todos sus integrantes se mueven a sus domicilios pero deben mantenerse comunicados de modo activo. O sea, hay que atender a los llamados. Te dicen que hay que ir, y hay que ir. Son las reglas del juego judicial.
A última hora por televisión parte de la población se enteraba de un caso de violencia extrema con ribetes escalofriantes. El Secretario llama al Ayudante y le comenta lo que está viendo. Éste le dice “pobre esa Fiscalía de turno, les cagaron el fin de semana”. Intercambiaron algunas palabras y se desearon un buen finde. Luego de colgar, el Secretario recibió una llamada más indeseable que el cáncer de su hijo. El Comisario de la 37 le informaba de un trágico suceso en la zona residencial de Gonnet y que debía presentarse de inmediato. Habían asesinado al Juez Pesteche y por tratarse de un menor como presunto autor del crimen, la causa cayó en sus manos. Al joven lo encontraron llorando al lado del cuerpo y solo se le escuchó decir entre lágrimas “perdóname, vos sabes que te amo solo a vos”.
Lo más desgraciado fue un detalle de época. Esa noche en que se juntaron en el bar y hablaron entre risas de la salida del closet del Juez, alguien grabó la conversación y fue entregada a los medios…
Tiempo después, se supo que el Dr. Pesteche creyó haber sido engañado por aquel joven, su pareja, con otro joven, y decidió quitarse la vida con un veneno letal. Dejó una carta para el Juez actuante donde explicó su decisión. En ella dejó una frase que aún hoy sobrevuela en Tribunales “El amor es más fuerte que la Justicia”.
elduendeoscar
Leído por la Locutora Marguy Ibarra en el programa n°5 de “Al ángulo izquierdo, donde duele” por http://ultra1079.com.ar/ el 12 de abril de 2017