El sendero tranquilo ya no tiene futuro
Para las personas normales, ciudadanos de a pie, el futuro siempre estuvo ligado a los deseos de cada familia o cada padre, atado a las posibilidades o a los esfuerzos que había que hacer para lograrlo.
El futuro era visto cómo un camino inexorable hacia un título, un buen trabajo, un matrimonio, la casa, el auto, los hijos, la salud y una jubilación digna. Una especie de plan completo, donde cada uno tenía que cumplir con los requisitos sociales para lograrlo. El sueño de un futuro hecho como un sendero tranquilo.
Algo así como un diseño hecho por alguien para todos los habitantes. Una especie de modelo democrático de oportunidades personales. Por supuesto que lo económico, la raza y la democracia, inciden en que se haga fácilmente posible o no.
Hasta aquí planteo sujetos en línea hacia un futuro prácticamente previsible. Como si el futuro pudiera ordenarse. Pero, pasaron cosas, y el sendero empieza a ponerse nervioso.
Las sociedades se fueron convirtiendo gracias al capitalismo, en entes competitivos donde cada una muestra de lo qué es capaz.
El poder, el egoísmo, la ambición desmedida, la acumulación de riquezas y la desvalorización de la vida, ha dado paso a hechos asombrosos.
¡En los años 1900, a quién se le ocurriría pensar que en 15 años el mundo entraría en una guerra cruel del cuerpo a cuerpo. O en 1930, quién hubiera imaginado otro disturbio genocida como el de la segunda guerra mundial?
¿Quién imaginaría que la tecnología y la industria podían lograr tantos inventos como la electricidad, telefonía, internet, los viajes espaciales, y otros tantísimos eventos innovadores, que cambiarían el futuro? ¿Quién podía imaginar que la vida de muchos seres pudiera extenderse por años gracias a las ciencias químicas y médicas?.
Con todo esto, y mucho más, todo futuro empezó a complejizarse.
¿Quién hubiera imaginado que tendríamos una pandemia azotando al planeta? Y tantos otros detalles…
