Les convido con lo que quedó de algunas noches…
RESTOS DEL BODEGÓN (2)
EL VIEJITO SEXY…
Una comensal contaba con detalles las anécdotas de su trabajo, que es cuidar ancianos que no tienen familia en una institución del Estado. Contaba qué casi todos los viejitos, con distintos problemas de salud, andaban en sillas de ruedas cercanos a los 80 años y que al grupo se había sumado un abuelo con Párkinson que andaba con bastón tembloroso por todo el espacio. En un recreo que se da todas las tardes todos los internados de esa área son llevado a un jardín al aire libre y se los deja tener conversaciones entre ellos. Mientras este proyecto social transcurre, el personal del lugar los espía por una ventana. Y en una de esas reuniones ¡Se ha formado una pareja!
El abuelo del bastón, resultó ser un encarador profesional y estableció un romance con una de las abuelas. Ella era una mujer de más de setenta años con un sobrepeso importante y una movilidad bastante reducida. Sin embargo Cupido andaba dando vueltas y les dio un par de flechazos que dejó perplejos a más de uno. Y la perplejidad aumentó cuando en aquella tibia tarde el abuelo se tomó la licencia de meter su mano en los pechos de su deseada y nueva seducida. Y todo esto, a la luz del día y frente al resto de sus sorprendidos compañeros de asilo. Quién contaba esta aventura salió al trote de su escondite para separar a los abuelos acaramelados. El anciano se enojó y no quería soltar la teta que tenía en su mano, que además temblaba aceleradamente, haciendo de lo más bizarra esa imagen. Cuando fueron separados se tiraban besos por el aire como lo hacen los grandes actores del cine al despedir un tren con su amante o cómo lo hacen aún algunos románticos cuando saben que no verán a su amor por un tiempo. Desde los trabajadores de la institución se propusieron vigilarlos como si fueran suegras. Pero el abuelo lo volvió a intentar para demostrar que cuando las feromonas te penetran no hay modo de frenar el impulso.
En este momento del relato debo servir una comanda de Papas Fritas de la Abuela en otra mesa. Las llamamos así porque quién tuvo abuela cocinera no puede olvidarse de las delicias de su cocina. Y estas Papas…mamita.
