La risa como un virus contagioso
El gran problema que enfrenta alguien que investiga un tema es el de atomizar, hacer un punto desde donde partir para decir algo. Encontrar el corazón donde late el sentido de la búsqueda de tal trabajo.
Y podemos decir, que cuando lo que se trata de encuadrar en un plano que resuma, que sintetice, que aúna y que explique algunos porqué, es la risa. Estamos en un laberinto de respuestas que con mucha dificultad y por supuesto tratando de dejar la menor cantidad de agujeros, trataremos de dar.
Primeramente diferenciar risa de la sonrisa.
La sonrisa es un gesto que suaviza la imagen de una cara seria, tanto sea para expresar complicidad de algún acto o mirada; para demostrar simpatía; para ironizar como respuesta a algo que no nos parece bien y para establecer cierta empatía con algo que nos parece bien o bueno. Puede usarse como una foto de perfil para crear un espectro de atracción de los demás.
La risa, es una expresión generalmente ruidosa como respuesta a algo que nos sorprende gratamente, que nos una genera alegría o felicidad espontánea no controlable, como una descarga sonora que se manifiesta de acuerdo al estimulo que la provoca. Es difícil de esconder y con seguridad contagiable, como el bostezo, el llanto o el vómito.
Cada persona tiene su manera de reír, algunas pueden causar gracia en los demás y provocar con sólo eso, qué el otro ría. Los ruidos que emite una risa muchas veces determina cuán intenso es lo que ha despertado el motivo que la provoco. No es lo mismo una risa suave como un jejeje, que una carcajada a dentadura suelta. También depende de las ganas de reírse que tenga uno.
Aclarado ésto, el primer asunto a resolver es ¿Qué nos provoca risa?
En una respuesta rápida y sin dudarlo, lo que la provoca es lo cómico. La comicidad es propiamente humana. Le otorgamos un carácter cómico a lo que no deseamos que nos pase. Solemos reírnos de quién se cae, de quien se golpea, de quien es víctima de una acción que deja al otro en ridículo o en inferioridad de condiciones. La risa estaría provocada por alguien que padece un hecho qué es para sí, hasta desagradable.
También nos reímos de las diferencias físicas. Un león no se ríe de una gacela renga, se la morfa. Nosotros nos reímos de la mecánica del movimiento que hacen aquellos, que tienen algún impedimento para lograr lo que a cualquiera le es fácil.
La risa es provocada por un relato que señala una exageración, una salida de las normas, un descubrimiento inesperado, una escena irónica, algo que no encaja, y otras cosas. Ese relato, puede ser un chiste, cuya característica esencial es su brevedad y su efecto es inmediato. Puede ser un cuento, que tiene un armado más argumental, con más detalles, más extenso en su duración y que apunta a provocar una risa. Puede ser una historia casi real, posible y hasta referenciable. Y puede ser absoluta ficción. Pero ambos, el chiste y el cuento, deben tener un contenido efectivo para provocar la risa. Sus personajes, los paisajes, lo sorprendente de los hechos, lo que se dijo, y muchos otros detalles.
Nos reímos de cómo se viste el otro, de cómo habla, de sus dimensiones y de sus torpezas.
Pareciera que lo cómico es aportado por los que están al margen de cierta normalidad humana.
Por suerte, mucho del humor para organizar lo cómico que se escribe para hacernos reir, apunta al poder. Y cuando los poderosos, los políticos, los famosos, cometen actos que van desde las equivocaciones culturales a las acciones delictivas, y de las desubicaciones contextuales a las exhibiciones obscenas de sus riquezas, se encienden las risas de los que jamás podrán llegar a semejante ridículo.
Qué alguien diga que hoy los dinosaurios están vivos…
Qué a alguno se le ocurra ir a una marcha para decir que hace 80 días que no la pone…
Qué alguien exprese dolor por la muerte de alguien que no se murió…
Nos causan risas.
Ahora, tambien nos reírnos con mucho goce y sarcasmo de la sexualidad.
Nos reímos de cómo le metieron los cuernos a alguien, pero paradójicamente, no nos gustaría que eso, nos pase a nosotros.
Nos reímos de los tamaños, de las impotencias, de las incongruencias…
Finalmente debiéramos aprender a reírnos de nosotros mismos, que lo hacemos poco, es una tarea filantrópica y en cierto modo terapéutica.
Saber reírse de los propios defectos, de lo errores que cometemos, de lo que a veces decimos y de nuestras características, es sanador por un lado, y por el otro, es una manera de evitar el tormento de los chistosos (amigos y enemigos), que siempre recurren a la misma cargada, apodo o recuerdo. SI ya no nos molesta, Lo que digan, nos resbala…
El creador con toda seriedad construyó un mundo durante seis días, al séptimo, decidió descansar. Allí fue cuando apareció el más malvado de todos los seres, e instaló la risa como un virus contagioso para siempre.
elduendeoscar
Escrito para ser leído en “Al ángulo izquierdo donde duele” T2 E6 programa emitido el 9 de junio de 2020 por Radio la Plata 90.9