“El Renolito del abuelo” (Uno de los primeros viajes en automóvil)
“Las huellas de nuestros caminos tienen origen en nuestros ancestros” elduendebobó
En los años ‘60 hubieron grandes transformaciones en la industria del automotor. Los autos empezaron a ser más compactos, más veloces, más aerodinámicos, gasoleros y ágiles. Todo esto pasaba mientras la Empresa Francesa Renault inventa el 4L, tratando de competir con un modelo popular (económico) frente al escarabajo de la Wolsvagen. Nada que ver con lo dicho dos renglones atrás.
Mi familia se radicó en la ciudad de Azul a finales del 1800, debido a la gran inmigración de la pobre Italia. Los integrantes fundantes de nuestro clan fueron Guiseppe Barreca y María Scabuzzo, quienes tuvieron varios hijos (creo que 8). La rama descendiente de esa pareja es mi abuelo Juan, quien se casara con Catalina del Molino y criaron 6 hijos, cuatro nenes y dos nenas. De uno de esos nenes, y de mi madre, nacimos tres hermanos (todos en Azul).
Los primeros tres años de mi vida, los vivímos en familia, por aquellos lares. Hasta qué fuimos amenazados de muerte y debimos emigrar hacía Valentín Alsina, Lanus Oeste en el año 1961.
Mi padre era un empedernido jugador, y en una de sus tantas noches de mala suerte, perdió más de lo debido y no pudo pagar en tiempo y forma.
Tras la amenaza: “Si no pagas te matamos la familia”, volamos. Mejor dicho tomamos un tren de retirada.
Instalados en Pompeya, cerca del Puente Alsina, cada tanto hacíamos un viaje hacía Azul para visitar a los abuelos, tíos y primos.
Mi abuelo Juan era taxista de profesión. Puedo decir que respetaba más al código de tránsito que a mi pobre abuela. Cuando dejaba el taxi, volvía a su casa, ubicada en Burgos y Olavarría, lanzaba el sombrero hacia lo alto del perchero con gran puntería y preguntaba por el morfi.
En su garaje, de paredes sin revocar, colgaban sucios estantes de latas, repuesto viejos, herramientas desordenadas y dos mesadas con diversos objetos. Un caos que solo él, conocía el orden.
Cuando se jubiló, compró un Renault 4L azul. Y cada vez que los visitábamos (deben haber sido tres veces de niños y dos de púberes), nos trasladaba de paseo en su auto, a visitar a los tíos.
En la foto, el abuelo Juan y la abuela Catalina, posando con los primos por aquellas épocas de los ‘60.
Foto de 1966 tomada por el buen tío Juancito Connoly, además de ser un gran fotógrafo.
Les juro que era como subirse a un caracol y ver como el viento llegaba primero. Manejaba serio y concentrado. Hoy creo, que jamás chocó o participó de un accidente ni por accidente. Nosotros tres más algún primo nos reíamos de la lentitud con que circulaba calles por dónde no pasaban ni las moscas.
No nos dejaba sacar las manos por la ventanas, ni asomar las caras.
Recuerdo un diálogo donde mi abuelo insiste en llevar a mi prima Sara junto con nosotros, y ella le dijo con ironía “Vayan tranquilos, que yo caminando llego primero”.
El andar de ese auto era durito y se sentía una muy buena amortiguación cuando pasaba por cunetas. Miraba en cada viaje, las casonas, las señoras haciendo mandados y la tranquilidad de “un pueblo” que nunca aceleró.
Debo decir, con todo respeto, Que ponía el guiñe en todas las esquinas que doblaba, que tampoco agarraba pozos, ni frenaba violentamente, ni giraba bruscamente y que nunca fue insultado.
Cómo dicen los tanos: “Piano, piano se va lontano”
elduendeoscar
Imágenes: De arriba para abajo: Google maps, Pinterest.com, Milanuncios.com, De mi coleción privada y 10automoviles.com.