EL FÚTBOL NO EXISTE SIN ÍDOLOS

NO EXISTE EL FÚTBOL SIN IDOLOS

En algún momento de toda su obra Umberto Eco, el escritor y filosofo italiano, un tipo mordaz, capaz de hacerte pensar con sus definiciones más de la cuenta, dijo: “Sabiduría no es destruir ídolos, sino no crearlos nunca”.

Muchos interpretes de la Biblia, llámense pastores, curas, párrocos, obispos y demás, suelen repetir de algún Salmo “Cumplan las órdenes de Dios y no adoren ningún ídolo”.

Lamentablemente para la filosofía y para la religión, el fútbol ha creado un problema: No existe sin ídolos. Repito, por si no escuchaste: NO EXISTE EL FÚTBOL SIN ÍDOLOS.

Y cada simpatizante de un equipo, cualquiera que alguna vez se haya puesto una camiseta, ya sea la que te compraste en la feria paraguaya, copia fiel de la copia fiel, o la que te hayas puesto para jugar un partido con tu selección, o la que te hayan regalado, que tiene escrito un nombre y un número de quién la usa cuando los papeles queman, cuando docenas de cámaras lo persiguen para mostrarlo desde que lleva arrastrando la pelota con su perfil divino hasta para hacerte ver que ese tipo transpira, escupe, se saca los mocos y hasta se rasca los testículos.

Es un testimonio constante el que dan los jugadores cuando se les hace un reportaje donde se le pregunta ¿Quién es tu ídolo? Pregunta que tiene la más fácil de las respuestas, ya que con solo acordarse de sus comienzos en el deporte, sus primeras acciones, sus primeros deseos, la respuesta aparece sola. Y la pucha que los argentinos tenemos jugadores para tirar para arriba cuando hay que elegir uno. Si hasta muchas veces nos ponemos como estúpidos a discutir las diferencias entre el tuyo y el mío, casi hasta enojarnos. Alguna vez maduraremos y entenderemos que tu ídolo es tuyo y está bien, y el mío, es mío, y también está bien. A quién se le ocurre decir que los ídolos no tienen errores. Estamos hablando de ídolos humanos. A mí que me importa lo que hace fuera de la cancha un jugador de fútbol? A mí, me importa lo que hace adentro, las imágenes que me llevo para siempre. Esa es la más bella eternidad que tiene un ídolo, hacer algo que vos soñas. O que no te imaginaste nunca, pero el tipo se le prendió la lamparita y le tapo la boca a un montón de giles que hablan y escriben de fútbol pidiéndole y exigiéndole cosas que ellos jamás pudieron dar. Exigencias morales que en su vida simple no son capaces de proponerse.

Tal vez mi mirada sea de lo más romántica y a vos que vas a la cancha a putear a la madre que no conoces y que sos capaz de tirar piedras a los jugadores finalmente digas “que tipo boludo”. Y si, decime boludo, no me jode. Pero yo sería incapaz insultar a tus ídolos.  Podre en todo caso hacerte una gastada porque ese no fue su mejor día, pero nunca un insulto. El insulto trae odio, luego violencia y casi siempre tragedia.

Al fútbol hay que disfrutarlo y tener ídolos es una buena manera de depositar la fe en algo que muchas veces nos decepciona menos que los dioses, que los que gobiernan el mundo, que los que tienen poder.

Como decía al principio: NO EXISTE EL FÚTBOL SIN ÍDOLOS.

Y para el caso de que se encuentre la formula exacta para desterrar mi opinión, yo seguiré diciendo lo mismo, hasta el último día de mi vida.

Hace unos días se cumplió un nuevo aniversario del debut de un genio. Tuve la suerte de verlo jugar, de tocarlo, de hablar con él.

Existe eternamente para mí.

Gracias Diego.

 

MARZO 15 de 2017 PARA EL PROGRAMA DE RADIO “Al ángulo izquierdo, donde duele” www.ultra107.9.com

Imagen Labombonera.com.ar 

elduendeoscar

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