EN EL FRASCO
Es una especie de encantamiento o hechizo, sin dudas. Tengo tanta impotencia como un toro al que le han cortado los cuernos. Nadie entiende qué es lo que le pasa a mi amigo. Nadie me da una respuesta concreta. Tres especialistas me invitaron a llevarlo a sus consultorios, pero no puedo. ¿Cómo se lo digo? Yo sufro por él. Por qué más allá de sus opiniones despiadadas es una buena persona.
Desde hace meses está metido en un frasco de vidrio. Todas las veces que intenté acercarme fue hasta capaz de insultarme. ¡No quiere salir! He intentado de varias formas sacarlo. Hasta le propuse presentarle a una amiga que está soltera y con temperatura. Y nada. Él se mantiene en una sola e invariable posición. No quiere salir. Para peor, dentro huele a podrido como si algo estuviera verdaderamente muy mal.
Yo lo veo desde afuera, desde abajo, desde arriba. Lo veo cómo luchando solito con su alma. Pobre, no puede ver lo que ocurre fuera del frasco desde que está allí dentro. No puede siquiera mirarme a los ojos.
Si tuviera que contar como fue el proceso de todo, diría que se fue metiendo de a poco, cómo creyendo que la realidad, la única existente estaba dentro del frasco. Así se enfrascó. Ahora mismo está sentado y mirando hacia un aparato rectangular en una única posición de la que no se mueve.
Yo temo simplemente que enloquezca.
elduendevenenoso
Escrito en “La Casa de Oscar” el 2 de mayo de 2016.
Imagen: Vintage
No será que tu amigo, adentro de él, muy adentro, hay una pequeña semilla de perversión?
Es interesante tu idea…