Ellos, yo y el Fernet con cocacola
Ante todo un escritor debe ubicarnos geográficamente. No es lo mismo un escriba que cuente lo grácilmente bellas que están las mujeres, sin decir de dónde son esas mujeres. En todo caso uno debiera preguntarse para qué lo dice si no podemos verificar semejante descripción en vivo, con un viaje hasta allí. Digo no es lo mismo qué uno como yo que dice: aquí en La Plata, Argentina, patio de mi casa, bebo el Fernet con cocacola.
Por otra parte hay escritores que generalmente no hacen una meticulosa especificación de los secretos que componen lo que están diciendo y cómo lo dicen. Esto se asemeja linealmente con un mago que nunca revela el secreto de su acto de magia. En cambio, yo escribo directamente y no por qué quiera abreviar palabras: Mi Fernet con cocacola se compone de dos hielos en un vaso de trago largo con un quinto del aperitivo y el resto de gaseosa permitiendo hasta un cinco por ciento de fina espuma como techo hasta el borde del recipiente.
Algunos escritores nos cuentan en sus narraciones hechos con una precisión increíble y nuestra mente se deja llevar por semejante perfección de relato. Nada nos envuelve tanto como unas cuantas líneas de letras coincidentes en todas sus palabras con lo que nuestra vivencia puede percibir. En cambio cuando escribo, algunas cosas en mi opinión, tienen que tener una precisión mayor cuando se tiene que explicar algo. Debo decir en dos pequeñas palabras que me ayudarán a que lo entiendan: el Fernet con cocacola debe tomarse BIEN FRÍO.
Claro que no todos los escritores piensan igual. Cuando hacen una descripción de género, suelen mencionar como destacadas las cejas, las caderas, los bíceps, los glúteos, los abdominales y cualquier otra parte corporal que se necesite para disparar la dirección de lo que escriben hacia donde tienen intenciones de llegar. En mi caso para hacer una mera exposición y separarme de los distintos fanáticos, conocedores y hasta exigentes bebedores de Fernet con cocacola, el cuerpo de esta mezcla, lo ponen a capricho, más liviano, más espeso, estándar, suavecito, fortachón, 50 y 50, 30 y 70. Hagan juego señoras y señores…
Cuando he leído a autores fantásticos como Edgar Alan Poe, Jules Verne, Chesterton y otros, pude percibirme en ciertos estados de inseguridad, incertidumbre y hasta de paralización. En mi caso, creo que cada vez debo escribir con más sensación que justeza. Dejar perfectamente reflejado en mis textos algo más de pasión, algo más de vuelo. Por lo que, si estuvieras aquí en este momento, si pudieras evitar el laberinto de tiempo, de distancia y de limitaciones físicas, compartirías conmigo esta líquida pócima oscura y fresca con sabores de sierra y olores sabios. Pero aquí es donde necesito de tu imaginación o de tu actitud. Yo tengo más vasos y más componentes.
Para agregar y cerrando: algunos escritores mantienen en secreto sus devociones.
Yo las convido.
Mientras tanto lo pienses, voy por otro…
elduendeperverso
Escrito en “La Casa de Oscar” un día de casi 40° grados de sensación térmica y con ganas de escribir algo con el suelo caliente y el cielo lleno de estrellas.
21 de enero de 2016