EL TULA
«El pasado, esa valija llena de recuerdos que llevamos a todos nuestros viajes, no conoce de futuros» elduendeoscar
Lo que quiero contar seguramente les traerá a ustedes el mismo recuerdo, o uno mejor, ojalá.
Todos tenemos un pasado, perfectamente incorregible y muchas veces preferentemente intocable. Hechos, personas, anécdotas, afectos, obligaciones, realidades y otros menesteres se entrecruzan a la hora de seleccionar qué contar de nuestro pasado. Y además le ponemos otro filtro, ya que quién cuenta su pasado en primera persona no es el mismo que el personaje de esa historia. O sea, vamos viviendo nuestras vidas siempre cambiando. Somos sujetos de cambios que nos hacen distintos y diferentes cada vez. Y cuando viajamos, suponiendo que todos tenemos una máquina del tiempo interna alojada entre los lóbulos cerebrales, lo hacemos a nuestro gusto, a nuestro antojo. Y viajamos hasta ese lugar del pasado que tiene unas dimensiones desproporcionadas, olores desaparecidos y colores parduzcos, como sepias. Somos capaces de ver personas que no están en nuestro presente, visitar lugares derrumbados por el progreso, recuperar miradas, caricias, palabras o frases que fueron ejemplo, recrear momentos y otras infinitas alegrías o tragedias según ese día tengamos ganas.
