LA PASTILLA
«Eternamente se preocupará el hombre por encontrar la eternidad» elduendeácido
Cualquiera de nosotros sabe inconscientemente que todo se termina, todo tiene un final. El problema es aceptarlo. Es duro entenderlo. Pero todos sabemos que en algún momento de nuestras existencias dejamos de tomar la teta, de jugar con los autitos o las muñecas, de creer en Papá Noel y los Reyes Magos, de cursar la escuela, de descansar para trabajar, de solterear para casarse, de estar solo a tener hijos, de tener hijos a tener nietos, de vivir en casa de mamá a alquilar y otros ciclos que son mayoritariamente comunes. Claro que hay quienes la pasan mejor o distinto. Cada uno debiera obligatoriamente interpretar que la vida es vivir camino a la muerte, esto es de una realidad tan objetiva que nadie escapa. En los diarios hace pocos días apareció la publicación de un descubrimiento con él que, según científicos, se podría detener el envejecimiento y lograr que una persona se mantenga físicamente activa con un cuerpo de 50 años y llegar así hasta los 120. El tema da como para hacer puré. En un grupo de amigos cincuentones que se juntaban desde hacía 30 años, uno de los integrantes tiró el tema en la mesa de reunión “¿Che, vieron que va a salir una pastillita que te estira la vida hasta los 120?”. Inmediatamente cada uno dio su versión. Alejandro dijo que la vida le parecía aburrida y que ni se le ocurría vivir hasta tan viejo. Leandro se puso serio y dijo “¿Me estás cachando? Si es cierto, que esperen un poco porque a mi suegra no le queda mucha vida, a ver si la toma y vive mucho más”. Algunos rieron. Carlos sostuvo que tampoco la tomaría. Se imaginan dijo casi refunfuniando, “nosotros estamos casamos hace 30 años con Juana y hoy creo que estamos unidos para aguantarnos. Creo que los dos, Juana y yo, queramos vivir mucho más”. Alberto reía todo el tiempo. Era el único solterón del grupo. Todos lo acusaban de no haber conseguido pareja por ser mentalmente un pendejo. Pero no decía nada. Finalmente Miguel confesó que él si la tomaría. Que su vida es linda y tranquila y que le gusta lo que hace, por lo que estirarla no le parecía mal. Siguieron esbozando cada uno sus pensamientos y reacciones. Algunos de acuerdo, otros de modo parecido y así por unos minutos. Cada uno había dicho lo suyo espontáneamente reflexiones cortas pero no profundas, como toda charla de un grupo que se junta cada tanto y que si bien las personas se conocen, no se conocen tanto como para establecer parámetros profundos de opiniones. Alberto aprovechó un momento de silencio y metió un bocadillo…”Ustedes me hacen reír” sin agregar más que gestos de cabeceo negando. Todos lo miraron esperando que hable, que aclare sin oscurecer, hasta que Leandro, el más alterable del grupo, le propuso que diera su versión. Y Alberto, dio rienda suelta a su ironía:
Soy el único soltero del grupo. Ustedes siempre me critican y creen que sufro del síndrome de Peter Pan, ese que se diagnostica cuando alguien no quiere envejecer y hasta se viste como si fuera mucho más joven. Y ahora hay algunos de ustedes que quiere tomar la pastillita milagrosa que les estira la vida. Déjense de joder. Ya está. Lo vivido…vivido. Fue. Qué sentido tiene vivir 100 años en un mundo en guerra, en un mundo lleno de egoísmos, en un mundo en el que no sabes qué tipo de poder te va a someter, quien va a ser tu asesino, donde va a explotar la próxima bomba. Realmente si no pudieron tener una vida feliz, háganse cargo viejo. Alguno de ustedes hizo algo por los pobres? –preguntó casi enojándose. Alguno de ustedes hizo alguna denuncia de corrupción, alguna protesta contra los genocidios? Alguno de ustedes está dispuesto a dedicarse los próximos cincuenta años a buscar soluciones para la humanidad si es que esa pastillita de mierda funciona?
Entre acusaciones cruzadas de ¿vos qué hiciste? La tranquilidad con que había empezado la reunión se perdió como se pierde un diente de un trompazo. El clima de diálogo se había oscurecido y la tormenta crecía. Las miradas eran rayos casi asesinos y al punto de iniciarse una rueda de insultos, cada unos tomó sus pertenencias y se fue yendo. Por unos días nadie comunicó nada. Ni hubo comentarios en el grupo que tenían en la red del celular. Si podía leerse que los más ofendidos salían de ese grupo de comunicación. Finalmente a las dos semanas, Alberto, el “provocador”, escribió en su muro de otra red social:
“MIENTRAS EXISTA EGOISMO EL HOMBRE VA CAMINO A SER DEVORADO POR LA NATURALEZA DE SUS ACTOS Y MIENTRAS EXISTA NATURALEZA EL HOMBRE SEGUIRÁ SIENDO DEVORADO POR SU EGOISMO”
elduendeoscar
Relato escrito para el Programa 5 de “Al ángulo izquierdo, donde duele” emitido el 12 de abril de 2017 por la http://ultra1079.com.ar/
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